TÚ
Y YO
Solo esperaba a que el
reloj marque las ocho para poder salir de casa e irme con Edmundo, mi crush. El
me propuso tirarnos la pera en el colegio e irnos a su casa ya que sus papás no
iban a estar. En realidad me daba mucho miedo hacer eso por lo que nunca lo
había intentado, pero aun así me arriesgué.
Ese día fue el mejor de
mi vida ya que por primera vez me entregué a él. Fue un momento muy erótico, lo
hicimos en su cuarto, cocina, sala, baño y hasta en la cochera. Fue un momento
en el que él y yo éramos los únicos en este planeta pues solo entre los dos
abundaba el amor y la pasión.
Pasó el tiempo y no se
volvió a repetir la misma situación. Había algo que muy dentro de mí me
mantenía insegura e infeliz puesto que mi mes aun no me llegaba. Pasaron los
meses y no sabía qué hacer, me ocultaba en los pilares de los viejos pasadizos
de mi colegio para que así los demás no critiquen ni pregunten sobre lo que me pudo
estar pasando. Lo que más temía es que lleguen rumores a oídos de mamá, ella
nunca llegó a sospechar ni a imaginarse de que su hija de 14 años iba a ser
mamá. Fue muy difícil tratar de esconder
mi estómago, puesto que cada mes crecía más. Esos cuatro meses solo trate de
esconderla detrás de mí mandil. A partir del cuarto mes empecé a notar que ya
no la podía esconder, simplemente era una niña que estaba totalmente tímida y
desesperada por lo que no quería que las demás personas noten mi realidad. Mis
notas bajaron demasiado, era imposible concentrarme. Los profesores preocupados
se acercaban a mí pero mi excusa siempre fue, la separación de mis padres.
Llegando a mi casa me
puse a pensar que por lo menos debería contarle a mi mejor amiga. Ella de
alguna u otra manera me podía ayudar ya que tiene unos años mayor que yo. Al
día siguiente en el recreo, la jalé y le dije la verdad. Ella se quedó tonta
por la noticia que le di pues nunca se lo esperaba de mí. Después de una charla
bastante tensa y larga, me recomendó unas pastillas para que pueda tomar y en
una me lo pueda bajar o también me dio la otra opción de llevarme donde una
señora conocida y me realice un aborto terapéutico. Eso no estaba en mis planes
pero al hablar con ella me cambio la perspectiva de ver las cosas por completo.
Aun así me quedé con una inseguridad porque sabía que eso que quería mi mejor
amiga que haga estaba mal.
Esa tarde fui a la
Iglesia a pedirle al Señor que me ayude a tomar buenas decisiones. Al
confesarme, el cura me comentó que lo que quería hacer era un pecado y no podía
ser tan cruel. Al salir de la iglesia me senté en un parque y comencé a pensar
que eso que quería hacer no solo era un pecado si no también es ilegal. Sentía
los latidos de mi pequeño claramente como si estuviésemos contactados y sabía
que muy dentro de él me decía NO LO HAGAS, MAMÁ. Pero de un momento a otro se
me pasó por la mente todo lo que hablé con ella y simplemente por desesperación
y con todo el dolor de mi corazón decidí realizarme el aborto terapéutico. Lo
que menos quería es que mi mama y los demás se enteren de lo que estoy pasando
así que decidí llamarla. Felizmente ella me iba a colaborar con el dinero ya
que yo no sabía de donde sacar tanto dinero de la noche a la mañana.
Al llamarla me dijo que
mañana mismo antes de ir al colegio nos tiremos la pera para que me lleve. Me
aseguro que esa señora hacía su trabajo muy bien.
Al día siguiente, la
mañana estaba totalmente fría, ni siquiera quiso salir el sol, me sentía muy
destrozada y pensaba que era una basura por completo. Eran muchos sentimientos
encontrados dentro de mí que me volvían loca. Antes de entrar a ese cuartucho,
arranqué una hoja de cuaderno y dibujé un corazón que decía tú y yo, este lo
hice por un motivo muy especial ya que a pesar de que este haciendo estas cosas
y me sienta una mierda completa, sabía que siempre mi bebe y yo estaremos
conectados, unidos a través de ese corazón. Ese papelito lo tendría guardado toda
mi vida puesto que solo yo sé cuán importante es para mí. Lo último que me
acuerdo fue que caí en una camilla, ella estaba alado mío y sabía que todo iba
a salir bien.
De pronto al despertar,
veo que mi alma sale poco a poco de mi cuerpo y no podía creer lo que estaba
viendo, cada minuto me asustaba más. Estaba tirada en medio de una chacra con
la mirada perdida, al costado mi viejo mandil y en mi mano el corazón, gritaba
lo más fuerte que podía para que vengan a ayudarme pero nadie me escuchaba, al
parecer ya no podía regresar a mi cuerpo, simplemente ya no pertenecía a este
mundo.
María
Fernanda Guzmán Meza