Erika Verónica Meza Romero, mi heroína
Por María Fernanda Guzmán Meza
Tengo una madre
soltera. Ella es la mujer que siempre estará en mi corazón y admiraré con todo
mi ser, ya que al ver la fuerza de voluntad tan grande que tiene para hacer
tantas cosas no tengo más que sentirme orgullosa. Y puedo afirmar que tengo a
la mejor madre del mundo.
Se
llama Erika y nació en Arequipa el año 1972. Le encanta trabajar con los niños,
es profesora de inicial en el colegio “Funny Garden”. Tiene mucha paciencia con
las personas y, sobre todo, con mi hermana y conmigo. A pesar de los malos
momentos que pudo tener en la vida, ella es muy feliz con nosotras y siempre
luchará para que mi hermana y yo seamos las mejores.
Son
las seis de la tarde y me reuní con mi mamá en el patio de mi casa, le comenté
que la iba a entrevistar porque para mí no hay nadie mejor que ella y siempre
será la mujer que admiraré. Ella estaba con su pijama y sus pantuflas de oso.
Para que estuviera más cómoda, pues hacía mucho frío, le serví una taza de té
caliente con esas galletitas que a ella le encantan.
–¿Cómo
fue tu infancia? –le pregunté.
–Mi
infancia fue muy dura, pasaba por momentos malos como también buenos. Mis
padres nos sacaron adelante y nunca dejaron que nos faltara nada. Teníamos todo
a pesar de que nuestra situación económica estaba mal.
–¿Cómo
eras cuando ibas a la universidad?
–Bueno,
la universidad fue la etapa más feliz de mi vida porque conocí a bastantes
personas que hasta ahora son mis amigos. Siempre fui estudiosa y sacaba buenas
notas. Me acuerdo de que después de mis clases me iba a trabajar para tener mi
propio dinero. No me gustaba pedirle plata a mis padres.
–¿Cómo
fuiste con tus padres?
–Siempre
fui una buena hija con ellos. Nunca los decepcioné. Más bien ellos están muy
orgullosos de mí y eso es lo que me tiene tranquila.
–¿Alguna
vez se te presentaron dos opciones importantes en tu vida de las cuales solo
podías elegir una? Si es así, ¿qué pasó y por qué no elegiste la otra?
–Si
–me dijo convencida–, esa decisión fue la más difícil que tomé en mi vida. Fue
cuando me separé de tu padre, podía quedarme junto a él y seguir formando una
familia como todos mayormente la tienen, pero la otra opción fue irme con
ustedes y ser totalmente felices alejadas de tu padre. Decidí irme con ustedes
porque tu papá nunca iba a cambiar y sabía que si me quedaba iba a seguir
haciendo de la suyas. Entonces a mí no me faltaba nada era la mujer más feliz
del mundo porque las tenía a las dos. Fue la más difícil porque yo pensaba en
ustedes y no quería que crezcan sin su padre, pero era necesario.
–¿Cuál
es el recuerdo más feliz de tu vida?
–El
recuerdo más feliz de mi vida fue cuando nos fuimos a Colombia, es el más feliz
porque tuvimos muchas aventuras en ese país. Cada ocurrencia de tus tíos y de
ustedes me hacía olvidar de todo los problemas que podía tener en ese momento.
–¿Qué
más nombres tenías en mente para mí?
–Al
principio te queríamos poner Ana Fernanda ya que tú eras la tercera mujercita
que se venía a la familia. La primera es Ana Lucía, la segunda Ana Claudia y a
ti te íbamos a poner Ana Fernanda pero, a pedido de tu abuelo, te lo cambiamos
como María Fernanda.
–¿Hay
algo que siempre has querido decirme, pero que nunca me lo has dicho?
–No,
hijita, yo siempre te digo las cosas en la cara y sé que entre las dos hay
bastante confianza como para no ocultarnos cosas.
–¿En
quién te inspirabas cuando eras pequeña?
–Quería
ser como mi profesora que tuve en la Universidad, ella nos comentaba en clases
que el dinero no era importante para que una persona fuera feliz. Sólo
necesitabas tener fe y hacer lo que te gusta. Haciendo lo que te gusta lograrás
cumplir todos los sueños que puedas tener. También saqué de ella que siempre
hay que actuar bien con los demás, ser humildes y sencillos para que así los
demás tengan un buen concepto de tu persona y sobre todo para que te vaya bien
en la vida. Simplemente me encantaba su manera de pensar y los logros que ella
tenía.
–¿Volverías
a seguir la misma trayectoria profesional si tuvieras que empezar de cero?
–Claro
que sí, me encanta mi profesión y me encantará siempre.
–¿De
qué te arrepientes más?
–En
realidad no me arrepiento de nada, las cosas caen por su propio peso tengo todo
lo que quiero y estoy muy agradecida con Dios por las cosas que me da.
–¿Qué
hacías cuando tenías mi edad?
–Cuando
tenía tu edad todo era distinto. Mis papás me controlaban más. Paraba más con
la familia que con mis amigos, mi mamá siempre me iba a recoger de cualquier
fiesta, a esos eventos iba con mis hermanas. Las salidas que tenía sólo eran
hasta la una de la madrugada y esto que para mis papás era muy tarde.
–De
los sitios en los que has vivido, ¿cuál es tu preferido?
–Al
que me gustaría volver es a la casa de campo que tenemos en Vítor, es muy
distinto vivir en la ciudad que vivir al lado de la naturaleza.
–Para
ti ¿fue un choque fuerte haberte separado de mi papá? ¿Qué es lo que pensaste
cuando te separaste?
–Sí,
fue un golpe fuerte en mi vida porque nunca pensé formar una familia sin la presencia
de la persona que amo. Quienes me dieron fuerzas para seguir adelante fueron
ustedes. Con el tiempo esa herida que tenía se fue cerrando y cicatrizando… ya
que sabía que yo no necesitaba de nadie para ser feliz. Ustedes ya son mi
felicidad y mi único objetivo es sacarlas adelante y defenderlas para que nadie
les haga daño. Pero, claro, se me vino a la mente que no iba a poder salir
adelante sola y con dos hijas… Lo importante fue que tuve fe en Dios y sabía
que Él me había bendecido con ustedes y me iba a dar las fuerzas suficientes
para sacarlas adelante. Eso es lo que hizo, hijita, por eso es que estamos
ahora aquí. Felices y tranquilas.
Rodearte
de seres queridos es una suerte. Mientras sigan a nuestro lado no deberíamos perder
ninguna oportunidad de hablar con ellos, de saber más sobre ellos y sobre cómo
se han convertido en esas personas a las que conocemos y queremos.
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